«Despertar de la ciudad de Lisboa, más tarde que las otras,/ Despertar la Rua do Ouro/ Despertar el Rossio, a las puertas de los cafés/ Despertar/ Y en medio de todo la estación, que nunca duerme,/ Como un corazón que tiene que pulsar a través de la vigilia y del sueño».
Fernando Pessoa
Por Marita Seara.- Llegamos a Lisboa cruzando España en nuestro viejo Land Rover. Una ambulancia que hizo su cometido en la Guerra del Golfo y que ahora nos acompaña a donde vamos. Manu, tenía muy claro por dónde quería ir (y Vicky también). Su ruta estaba muy bien planificada. Yo, aunque mi fin principal era llegar a mi terriña gallega, poco a poco la portuguesa iba enamorándome. Los azulejos, el acento, el bacalao, esa costa verde tan hipnotizante y esa saudade que a veces te acompaña cuando vas dejando atrás cada una de las ciudades y pueblos lusos.
Dormimos en una playa en Seixal. No es una ciudad bonita pero la aplicación de Manu nos llevó a una playa llena de arboles. Se trata de Park4night. Efectivamente te encuentras a través de ella con lugares que algo especial te aportan: un paisaje, un ambiente, una ubicación. Porque son los comentarios los que te van llevando al lugar en el que deseas descansar.
Esta playa no era especialmente la mejor. Os diría que tiene mucho por mejorar. En una parte de ella parece que sus visitantes olvidaban que podrían tirar las botellas y papeles en una bolsita y luego encontrar el mejor lugar pare ello. Sin comentar la sorpresa que podéis ver en la foto…
Pero en la otra parte de esta playa, te apetecía pasar la noche frente a esos colores que el cielo te ofrecía y la vista de una ciudad de la que siempre escuchaste y que con los fados te hacía soñar. Sí, os hablo de Lisboa. Cenamos spaguettis mmmmm y a dormir. Las noches se me hacían larguísimas y a las 6 ya mis ojos estaban abiertos. Ademas, me iba a conseguir con una amiga muy querida en Lisboa
Lo primero que me impresionó (y encantó) fue ver desde las afueras las vías del tranvía. Yo no tenia que preocuparme por donde íbamos, pero, de alguna manera, la ruta me recordaba a Caracas y me decía…¿pero será que fue Magallanes quien descubrió a América?
Rumbo a la «Estrela«
Atravesamos el río Tajo a través de un rojo puente colgante, o Ponte 25 de Abril, que debe su nombre a la fecha en que se restauró la democracia en el país luso, en 1974. Sus casi 2 kilómetros son hoy día uno de los íconos de Lisboa. Mientras lo atraviesas, no puedes dejar de apartar la vista del Cristo Rei que con sus brazos abiertos te hace pensar que no vas a Lisboa sino a Río de Janeiro. A 113 metros sobre el nivel del Tajo, esta imponente obra de 28 metros de altura fue construida por el escultor portugués Francisco Franco de Sousa, inspirado en el ícono brasileño. El origen del «Cristo Rei» portugués se remonta a 1934, «cuando el entonces Cardenal de Lisboa viajó a Río de Janeiro quedó tan impactado por el Cristo Redentor que a su vuelta a Portugal comenzó a recaudar fondos para erigir en Lisboa un monumento similar».
La emoción era grande. Estábamos a punto de entrar a Lisboa. Pero podríamos no haber entrado. Estaba muy mal señalizada. Para entrar debes pagar un peaje de casi 5 euros. Pero valía la pena pagarlo sólo por ver la cara del chico del peaje: super emocionado al ver a Vicky. Manu dice que era por mi (jejejeje), pero creo que era por Vicky. El chico habló en ingles. Mucha gente habla en ingles y eso nos impresionó…porque hasta el que menos piensas, lo hace.
Si no conoces Lisboa y no te has leído nada sobre los nombres de los puntos de interés, estás perdid@. Debíamos ir a la Praça do Comercio, pero terminamos en la Basílica da Estrela que es hermosa. Tuvimos la gran suerte de conseguir dónde aparcar. Esta hermosa iglesia es Neoclásica. Y puedes verla sin pagar ni medio euro, cosa que no pasa en muchos lugares. La Virgen de Fátima, por supuesto; un cristo que me recuerda la Semana Santa y un Belén medieval hermoso, compuesto por más de 500 figuras en corcho y terracota, que por 1 euro puedes disfrutar unos minutos. La Basílica, cuyo nombre oficial es del Sagrado Corazón de Jesús, existe gracias al deseo de la reina María I quien prometió construirla si llegaba a tener un niño heredero del trono. Ya vemos que fue posible y en 1779 comenzó su construcción.
Nos paseamos, un parque bello con unas plantas escritas por doquier. Curiosa forma de expresar ¿arte? ¿amor? Triste. La casa de Pessoa esta cerca y en rehabilitación. Pensé encontrarme con mas edificaciones con los azulejos típicos, pero parece que están reservados para Oporto.
Pasamos 45 minutos caminando hasta el centro. Estábamos un tanto desorientados. Debíamos ir a la Praça do Comércio. Bien. Fuimos en coche (error). Fue horrible tratar de conseguir parking. Dos cruceros en el puerto, el gentío como hormigas y, claro, verano. Una locura. Cuando Manu me dice: «aprovecha a tomar fotos desde Vicky que lo mas seguro es que pasemos de largo”. Casi me infarto. Empece a rezar a todos los santos y a la Virgen de Fátima: ¡¡¡por supuesto!!!. Lo conseguimos. Mis rezos son un éxito ( a veces).
Era hora de caminar más por las calles hermosas, llenas de turistas, de restaurantes y de tiendas de recuerdos (todas estaban en manos de pakistanies). Y si queréis enviar una postal, no se os ocurra comprar las estampillas en estas tiendas…porque nos vendieron una a ¡1 euro 30! Pero, caminar por esas calles te trae muchas sorpresas. En nuestro trayecto se nos acercaron a vender marihuana, hachís y cocaína. Así es. ¿Es legal? No lo creo. Creo que no éramos los únicos. Habían unos españoles que no paraban de comentar una situación similar.
Donde comienza Lisboa
La Praça do Comércio es sencillamente hermosa. Fue allí donde, por 200 años, se se situó el Palacio Real, destruido por el sismo de 1755. Era aquí donde llegaban los barcos mercantes, los embajadores y la realeza, pues allí se estableció la corte real en el siglo XVI. Su nombre es un homenaje a los comerciantes de Lisboa, ya que dicha plaza pudo construirse gracias el impuesto que pagaban sobre las mercancías importadas. El gran terremoto de Lisboa se sucedió en el 1 de noviembre, Día de todos los Santos y causó la muerte de entre 60 y 100 mil personas. Alcanzó los 9 grados aproximadamente en la escala de Richter y fue seguido por tres tsunami de entre 6 y 20 metros de altura e incendios que causaron la destrucción casi total de Lisboa.
«Aunque generalmente se le llama terremoto de Lisboa, fue en España y Portugal donde la sacudida alcanzó su mayor violencia, sus efectos se extendieron por la mayor parte de Europa, África y América. Se sintió en Groenlandia, las Antillas, Madeira, Noruega, Suecia, Gran Bretaña e Irlanda. La conmoción fue casi tan violenta en África como en Europa. Gran parte de Argel fue destruida; y a corta distancia de Marruecos, un pueblo de ocho a diez mil habitantes desapareció. Una ola formidable barrió las costas de España y África, sumergiendo ciudades y causando inmensa desolación» Wikipedia
La Praça do Comércio era la puerta de Lisboa y hoy lo sigue siendo. El Arco Triunfal da Rua Augusta fue diseñado como homenaje a la ciudad después del terrible terremoto. La plaza está orientada hacia el río Tajo, mide 177 por 192,5 metros y está rodeada por 86 arcos.
Es Jorge I quien presencia el día a día en el medio de la Plaza y el Arco Triunfal el que nos invita a conocer más de Lisboa. Era un ir y venir, el tranvía va y viene, la gente no se detiene y es que, estoy segura que ir en una época que no sea verano, nos debe llenar de sosiego y nos permitiría sentarnos por horas al lado de Jorge I contemplando el mar que nos lleva a las Américas y la hermosa arquitectura.
Hacia el encuentro
El calor ese día era verdaderamente intenso. Recorrimos toda la rua Augusta y yo no dejaba de ver las vitrinas, la cerámica lusa, los colores azules hacían que mis ojos se quedaran casi pegados. Y es que los azulejos son la identidad de Portugal. El término azulejo proviene del árabe «al-zulaich», que significa «pequeña piedra pulida». Según leí, reflejan no solo los estilos europeos sino de otras culturas como la árabe, «visible en las primeras aplicaciones que se remontan a los siglos XV y XVI (…) Llegaron por la vía castellana, siendo importados desde los principales centros productores de la Península Ibérica: Sevilla, Valencia, Málaga y Toledo. Eran los llamados patrones hispano-moriscos, con motivos geométricos y de lacerías, y más tarde también con motivos vegetales».
Nos íbamos adentrando por estas calles llenas de tanta historia con la finalidad de encontrarme con una gran amiga. Olga. Llegamos a la plaza Rossio (llamada hoy Don Pedro IV) y comimos en un lugar fundado en 1840, A Tendinha do Rossio. Muy peculiar, baratísima y rápida. Lo típico de Portugal lo encuentras aquí. Comimos una especia de pastelitos de bacalao, croquetas y, claro, cerveja bien fría. De ahí a tomar café y si no quieres un expresso pide un pingado: un cortado.
Nos encontramos con Olga, hablamos y hablamos…y caminamos bajo un sol de más de 30 grados (que a mi me parecía de 40)
Una de las experiencias lisboetas que todas las guía te dicen debes vivir, es subirte al Elevador.de Santa Justa. A 45 metros. No subimos. Alguien que conozco tiene vértigo… Así que, al menos, estuvimos cerca. Subimos, caminando, a la cima del elevador y nos deleitamos con una vista de techos rojos. Hermosa. Visitamos iglesias a doquier. Da igual si eres o no católico, la arquitectura es hermosa.
Llegamos a la Catedral. La entrada a parte de ella es gratis. No así con el Claustro y su tesoro.
Santa María Maior de Lisboa o Sé de Lisboa es la iglesia más antigua de Lisboa. De estilo románico, se inició su construcción en 1147 sobre una antigua mezquita tras reconquistar la ciudad a los musulmanes durante la Segunda Cruzada. Esta catedral fue construida en uno de los barrios más tradicionales: el barrio de Alfama, el mismo donde nació el fado, esa música melodiosa y melancólica que canta al amor, al olvido y al mar. Y le canta al mar porque fue la morada de pescadores y de la mezcla de culturas; judía, árabe y cristiana.
Nos despedimos de Olga y nos fuimos por el Alfame.
Salir de Lisboa no me preocupaba. Manu tenía todo controlado. Vicky es como una Miss o una de esa actrices de antaño. Por donde pasa levanta pasiones en hombres, mujeres, niños, niñas…no importa la edad. Nosotr@s (mas yo), sonreímos por ella.
Hubiésemos querido permanecer más tiempo, sobre todo cuando, al salir, te encuentras con esos hermosos monumentos que ilustran la vida de Portugal, sus hazañas, sus descubrimientos…La Torre de Belem, la Iglesia, el Monasterio de los Jerónimos y el Monumento a los Descubrimientos, con forma de carabela, el cual fue construido en 1960 para recordar a los grandes navegantes y descubridores portugueses. Allí podrás percatarte del encuentro de numerosos personajes históricos, entre ellos Magallanes, Vasco de Gama y Camoens.
Cerca del Monasterio de los Jerónimos, que comenzó a construirse a principios del siglo XVI y refleja el estilo arquitectónico conocido como «manuelino» (mezcla de los estilos gótico y renacentista) se encuentra la famosa pastelería Pastéis de Belém. Me enteré después y no sabéis como me arrepentí de no hacer una parada estratégica. Adoro los pasteles de nata…
Lisboa, la ciudad de la saudade, es tristeza, melancolía que te atrapa, que te atrae. Como decía el escritor Manuel de Melo: de “un bien que se padece y un mal que se disfruta”. Esto es la saudade…
Os dejo aquí un vídeo que hizo Manu con algunos de nuestros momentos en esta maravillosa ciudad.