«Soy Teresa Wilms Montt… y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya»
Si vivieras en los inicios del siglo XX, tú, como mujer, ocuparías un segundo plano en la sociedad y, por supuesto, en tu hogar. Serías considerada menor de edad y no podrías hacer ni la mitad de las cosas que hoy haces por ti misma y sin la autorización de un hombre. Si estuvieras casada, tu esposo sería tu guardián, tu tutor; en fin, estarías bajo la potestad de tu marido. En Chile no era la excepción.
Teresa Wilms Montt lo sabía y fue víctima de su época. No le valía haber nacido en una familia burguesa; “sus privilegios” eran encontrar un marido.
Teresa (María Teresa de las Mercedes Wilms Montt ) nació en 1893. A los 17 se casó…como acto de rebeldía, pero un acto que no la alejó de aquello de lo que huía: las costumbres, las imposiciones.
Por esta época, en 1913, en Chile comienzan a albergarse los primeros movimientos feministas los cuales se organizaban en clubes y asociaciones. Indagando sobre la sociedad chilena en esa época, me conseguí un escrito de Adolfo Pardo, editor de la revista Crítica, quien nos cuenta que lo que motivó a la mujer a comenzar a organizarse en busca de mejorar su situación, fueron las limitaciones que se les imponía en la Educación. Aun cuando la mujer podía acceder a la Universidad, seguían los varones teniendo plena libertad:
“Sólo entre las clases acomodadas la mujer podía tomar lecciones de música, leer a los poetas greco latinos y alguna novela francesa de carácter romántico y educativo. Para su formación normal debía aprender «labores de mano y los buenos modales de una dama», como preparación para el matrimonio. También, y como parte de la formación religiosa, debía conocer el Catecismo y las vidas ejemplares de los santos. La mujer de escasos recursos no tenía otro acceso a la cultura que la vía oral, ni más conocimientos que la sabiduría popular. Aunque Chile aparece como pionero en cuanto a la formación de mujeres profesionales —en 1887 se titularon de médicos Eloísa Díaz Insunza y Ernestina Pérez Barahona, las primeras de Chile e Hispanoamérica—, la verdad es que éstas no eran bien miradas y se ejercía una evidente presión psicológica sobre ellas. Escribir o traducir un libro en esos años era inadmisible para una mujer. En efecto se las sancionaba por el simple acto de leer o estudiar”.
En este ambiente se encontraba Teresa, una mujer bohemia, apasionada por las letras, rebelde a todo aquello que se le imponía. Ser encerrada (Encarcelada) en un convento debido a las sospechas de adulterio que su marido tenía sobre ella, no aplacaron su espíritu. Fue allí cuando escribió su Diario Intimo.
Madrid, Buenos Aires, Santiago…son ciudades que se repiten en su vida. Pero también se repiten la incomprensión lógica que del mundo recibía, una sociedad que la encerró por no ajustarse a las normas y que luego la separó de sus hijas. Tabul (su nombre artístico) se movía dentro de la vanguardia europea y era aplaudida por intelectuales. Publicó cinco libros: cuatro de prosa poética y uno de cuentos. Intentó suicidarse dos veces y fue adicta al opio. Esto último se repite en sinfín de biografías, pero me pregunto, ¿debemos pararnos en este punto?. No. No es esto lo que nos interesa sino la rebeldía y la pasión que manifestaba tras sus palabras. Disfrutémosla.
«Soy Teresa Wilms Montt… y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida. Destilé mujer. Trataron de reprimirme, pero no pudieron conmigo.
Cuando me dieron la espalda, yo di la cara.
Cuando me dejaron sola, di compañía.
Cuando quisieron matarme, di vida.
Cuando quisieron encerrarme, busqué libertad.
Cuando me amaban sin amor, yo di más amor.
Cuando trataron de callarme, grité.
Cuando me golpearon, contesté.
Fui crucificada, muerta y sepultada por mi familia y la sociedad.
Nací cien años antes que tú y sin embargo te veo igual a mí.
Soy Teresa Wilms Montt, y no soy apta para señoritas».
Publicado originalmente en Voces Visibles